Hubo algún tiempo en el que Corea fue territorio japonés. Varios son los acontecimientos que se relatan día a día sobre los horrores de la guerra y el sentimiento de dolor que aún existe en muchos surcoreanos. Para rememorar parte de estos eventos y que las nuevas generaciones puedan aprender su historia, se encuentra el Museo de la Prisión de Seodaemun.
La prisión fue construída en 1908, durante el periodo de colonialismo japonés en Corea. Diseñada para albergar hasta 500 presos, en realidad fueron muchos más los que conocieron sus pasillos, torturas y encontraron su muerte, la gran mayoría cometieron el "crimen" de ser parte de movimientos independentistas que buscaban liberar a Corea de Japón.
Durante la ocupación japonesa, miles de coreanos tuvieron que adoptar nombres japoneses, se les prohibió hablar coreano y estaban obligados a realizar trabajos forzados. Su nombre original era Gyeongseong Gamok y abrió sus puertas el 21 de octubre de 1908; sin embargo, después de que otra prisión fuera construida más tarde, se le cambió el nombre a Seodaemun Gamok, en 1912.
Después de otros cambios de nombres, la prisión fue casi destruida en el ardor de la liberación cuando Japón fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, se decidió a ser mantenida como homenaje a los patriotas que ahí vivieron y murieron, además de recordatorio de la historia de Corea.
Así, de los 15 edificios originales, únicamente 7 fueron preservados y restaurados para ser convertidos en el museo dentro el Parque de la Independencia en Seodaemun, abierta como "Seodaemun Prison History Hall" en 1995. Recorriendo el lugar, primeramente en el edificio administrativo encontramos infografias de la prisión y quienes estuvieron reclusos ahí, imágenes de algunos de sus prisioneros, muchos de ellos ejecutados en la misma prisión.
Posteriormente bajamos a un sótano, donde hay escenas bastante vívidas, representadas con maniquíes y muñecos de cera, mostrando algunas de las formas de tortura que se aplicaban ahí. Además, existen instrumentos de tortura usados, como una pequeña jaula donde solo cabe una persona en cuclillas o sentada con la espalda encorvada y algunas "cajas" más grandes, donde sólo cabe una persona parada sin espacio para moverse y cuya única ventana al mundo exterior es una pequeña rendija al nivel de los ojos, donde los visitantes en general pueden introducirse y hacerse fotos para experimentar un poco de lo que los reos vivieron.
La mayoría de los prisioneros trabajaban turnos completos para fabricar uniformes militares y ladrillos, muchos de ellos aún llevan la marca de la prisión y fueron utilizados para construir los propios caminos y paredes de Seodaemun.
Saliendo del edificio principal, es posible visitar otros: las celdas de los varones, las de las mujeres, el peculiar lugar donde los llevaban a ejercitarse un poco y, aunque no es posible entrar del todo, echar un vistazo al lugar donde se llevaban a cabo las ejecuciones y algunos túneles secretos donde sacaban los cuerpos sin vida para que no fueran vistos por otros reos.
Área de ejercicios, los prisioneros corrían en zig-zag como recorriendo un laberinto mientras un oficial vigilaba desde donde tomé la foto... literalmente se ve todo |
Al salir, se encuentra la Puerta Dongnimmun, que significa Puerta de la Independencia: nombrado por algunos como el Arco del Triunfo surcoreano, primeramente fue un símbolo de la independencia de Corea respecto a China, sin embargo hoy en día es más vista como símbolo de la independencia de Japón. El parque entero donde se encuentra, junto con la prisión y otros memoriales están dedicados a esta última liberación.
En lo personal, siempre he sido muy sensible a este tipo de cosas. Odio las guerras bajo cualquier circunstancia o "justificación", más que una ideología política es el sentimiento que me produce ver el sufrimiento de cualquier persona, sobre todo cuando son inocentes. Algunas personas me han dicho que a veces son demasiado "históricamente empatica" (si eso existe). Lo cierto es que al entrar en el edificio, sientes escalofríos de pensar en todas las personas que vivieron y murieron ahí, las que caminaron tus mismos pasos antes y cuántas gritos no se habrán oído en esos campos donde ahora son niños los que ríen.
Lo que me lleva a mi siguiente reflexión: es bien sabido que las relaciones entre Japón y Corea, si bien han avanzado, aún se encuentran en etapas delicadas. Muchos coreanos aun están dolidos con Japón y consideran que las disculpas que han ofrecido no son sinceras, aunado a que Japón se niega a reconocer algunos crímenes de los cuales hay mucha evidencia como la trata de mujeres coreanas para servicio y entretenimiento de militares japoneses. También he visto muestras de algunos japoneses fomentando el odio hacia los coreanos y el asunto inconcluso sobre la Isla de Dokdo (del cual hablaré en otra entrada) tampoco ayuda mucho a fomentar lazos entre ambas naciones.
Sin embargo, tampoco encuentro al 100% justificable el que desde pequeños se fomente de alguna u otra forma el rechazo por parte de los coreanos a los japoneses desde edades tempranas. Es cierto que es importante que cada pueblo conozca su historia, pero también se debe buscar cada vez más un ambiente de integración (o tal vez sea muy utópica mi forma de pensar).
He visitado en dos ocasiones la prisión y siempre me encuentro con visitas escolares, de niños de todas las edades, pero sobre todo en etapa primaria. Es importante que se les explique lo que pasó en su país pero, ¿en serio es necesario mostrarles las escenas de cómo eran las torturas y jugar con ellos a tomarse una foto en la jaulita donde posiblemente alguno de sus bis o tatarabuelos también estuvo? Entiendo que es el sentimiento de amor a su patria lo que ha hecho crecer a Corea tan rápidamente y que tienen el espíritu de unidad de que todos provienen de los mismos ancestros y muchas veces el sufrimiento de un coreano es el de todos pero para mí, decirle a un niño "mira, esto es lo que los japoneses le hacían a nuestros antepasados... ¿ves que cosa más horrible? ¡y todavía no se disculpan!" puede dejar una impresión muy fuerte en ellos y llevarlos a desarrollar un pensamiento de "¡sí! que malos son los japoneses" sin ni siquiera terminar de entender lo que ha pasado a partir de ese momento, que así como no a todos los coreanos les gusta el kimchi (raro, muy raro... pero existen) no todos los japoneses son cruentos ni bélicos y que si bien es un pasaje doloroso del que debemos aprender, la mejor manera de seguir adelante es nosotros mismos empezar por no fomentar ningún tipo de odio.
Una guerra siempre será algo horrible y despreciable, más cuando se acaba con la dignidad humana de miles de personas pero la pregunta es: ¿seguimos nosotros haciendo la guerra aún cuando ya no usen armas?
Desafortunadamente, el dolor también se va "heredando" por llamarlo así y eso es lo que provoca que por generaciones ese dolor y el sentimiento de venganza por los que sufrieron, perdure. La humanidad evoluciona en muchos aspectos pero, desafortunadamente, en los sentimientos y sufrimientos aún no hemos terminado de evolucionar, y así como existe dolor y rencor en Corea hacia Japón, así existen en Europa hacia los alemanes por la guerra y peor aún, dentro de un mismo país por diferentes formas de pensar o de religión.
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