lunes, 28 de octubre de 2013

My sweet Seoul

Esta semana ha sido uno de las más pesadas que he tenido durante mi estancia aquí. Tuve el examen más difícil que he tenido en años, números por todas partes, que por lo general son mi fuerte ahora se volvieron mi talón de Aquiles, trabajos, obligaciones que si bien las he tenido en otros lados, por primera vez en mucho tiempo me parecieron un verdadero reto. Y aún así no cambiaría mi estancia por nada. 


Estoy sentada en casa, mirando a mi alrededor, tratando de buscar algo que me distraiga del ligero dolor de cabeza que llegó desde hace un par de minutos; dejo de mirar a mi alrededor, pues de pronto me doy cuenta de que ya sé lo que necesito. Tomo mi bolso y salgo a caminar sola, práctica que tengo por costumbre, de vez en cuando, desde hace años. Me encanta la compañía de las personas que quiero, pero a veces un tiempo conmigo misma también es más que reconfortante. 

Camino y camino sin rumbo fijo, dejando que mis pies se pierdan por donde les dé la gana, inhalando el aire frío y divagando sobre todo lo que he hecho y lo que me falta por hacer. Por un momento pienso en mis calificaciones, mis amigos, la familia, los qué, cómo y cuándo, hasta que siento una nudo en la garganta y una voz ahí, en el fondo de toda esa confusión que me pregunta "¿Será que ya se acabó el encanto? ¿Ya te diste cuenta que tal vez la vida aquí, no es lo que en realidad quieres?"

Desde que puse un pie fuera del aeropuerto y la ciudad se presentó imponente ante mí, he vivido enamorada de ella y todo lo que ofrece. Algunos me han dicho que sigo en la "etapa de luna de miel", que cuando menos me dé cuenta todo me dejará de parecer hermoso para darme cuenta que es una ciudad más. Otros amigos, coreanos en su mayoría, me dicen que si hubiera pasado toda mi vida aquí no podría esperar para salir corriendo de la monotonía y el estilo de vida. 

Hace dos semanas me veía perfectamente pasando mis días en esta ciudad. En este preciso instante, parada a mitad de la calle causando que varios me vean preguntándose si estoy perdida, ya no estoy tan segura. 

De pronto, vuelvo a la realidad. Como si alguien hubiera roto con un chasquido de dedos el hechizo hipnótico en el que a modo de película, vi pasar mi vida futura frente a mis ojos. 

Comienzo a caminar de vuelta a casa por el camino más largo, no quiero volver tan pronto pero el frío me dice que es hora de emprender el regreso. Y miro todo a mi alrededor, dejando que me sorprenda como si acabara de llegar aquí...

Veo a varias parejas caminar, cada vez más de ellas tomadas de la mano, mientras del bar a mi derecha salen un par de chicos felices y gritando de emoción porque acabaron los exámenes. A mi izquierda, un señor en bicicleta se detiene para darme el paso y nos hacemos una pequeña reverencia mutuamente, es como un diálogo silencioso que por mi parte da las gracias mientras él me dice que no es nada. 

Camino hasta encontrar una librería de viejo, mi más querido vicio, el olor a libros que han pasado por varias manos, vidas, tiempos y hasta mundos. Entro bien consciente de que aun no puedo leer un libro en coreano completo pero el olor tan familiar me embriaga y por el puro placer de inhalarlo vago por ahí, hasta que encuentro un libro sobre Corea en inglés a un precio bastante razonable y decido comprarlo. La dueña me cobra con una sonrisa, y a pesar de ser barato me hace aún más descuento, mientras me pregunta de dónde soy y por qué fui a Corea; al momento llega su marido cargando más libros y le dice que es hora de cerrar. 

Me despido y sigo mi camino, pasando por tiendas de cosméticos y anuncios de cirugía estética. Tiendas de ropa que cierran hasta las 10~11 de la noche, y zapaterías con tacones altos y llenos de destellos. Varias personas comen en puestos callejeros que huelen delicioso y otros más caminan apresurados hacia la estación del metro antes de que salga la última corrida.

Cuando por fin llego a casa, me siento y me pongo a pensar en todo lo que vi, lo bueno... y lo malo. Entonces caigo en cuenta. No, yo no tengo a Corea idealizada y estoy bien consciente de que tiene defectos, como todos los países; que incluso para una persona preparada es difícil encontrar un buen trabajo, seas extranjero o nacional, sobre todo a la primera oportunidad. Que aunque no todas, las chicas buscan alcanzar un concepto de belleza que se rige por un tono de piel bastante claro y ojos grandes, que tienen la tasa mas alta de suicidios y varias veces he dicho que muchos de mis amigos olvidan que se trabaja para tener con qué vivir y no que se vive para trabajar. Todo eso lo sé bien. 

Sin embargo, miro a mi alrededor y veo también un país vibrante, una cultura compleja a la cual no le puedes quitar nada, ni de lo bueno ni de lo malo, porque simplemente todos esos factores son los que los hacen ser quienes son día a día. Veo gente que es feliz, también a alguna que pasa por alguna tristeza, pero que todos y cada uno de ellos se levanta día a día pensando en ser mejores cada día, y se duelen por aquéllos que se quedaron en el camino debido a la presión social. 

Sobre todo, me veo. Me veo viviendo, viajando alrededor del mundo como siempre he querido, pero volviendo aquí. Me veo caminando por las noches en que necesito tomar aire fresco, sentada en un café leyendo o haciendo tarea o trabajo y los viernes por la noche, tomando una cerveza con mis amigos. Todo eso veo, pero sobre todo me veo feliz, lo que no significa que no espere momentos de tristeza de vez en cuando, sino que me siento lo suficientemente segura como para saber que serán pasajeros y que el gran total al final de mis días será más favorable y tendrá más días de sol que noches oscuras. 

Me veo donde debo estar... y si algún día la perspectiva cambia, porque en este mundo todo cambia, afortunadamente me queda todo un mundo por recorrer. 

1 comentario:

  1. Mi vida hermosa!, que te puedo decir sino simplemente que, tu hogar será en el lugar en que tú decidas hacerlo, ya sea en México, Corea, Canadá, Alemania o la conchinchilla! El lugar en donde decidas vivir, en donde desees establecerte y que vivas feliz, ese será tu hogar. El mundo es inmenso y efectivamente como bien dices, cada país tiene sus conflictos y cosas buenas que te enamorarán y como ciudadano, en este caso hablando como Mexicana, también nos quejamos de muchas cosas de nuestro país pero también reconocemos lo maravilloso de nuestro amado México del cual nos sentimos orgullosas, así que como siempre, te repito una vez más, vive y disfruta cada momento como si fuera el último, nunca dejes de soñar pero sobre todo, NUNCA permitas que nada ni nadie te haga dudar ni flaquear en tus objetivos, tanto en lo personal como en lo laboral y como siempre, sabes que cuentas conmigo y que siempre te apoyaré en tus sueños. Te amooooooooooooo!

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